Hola

Bienvenidos al sitio que ha de azuzar mi pluma.
Gracias por participar.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Recuerdos

Me gusta. Me gusta mucho. Es una sensación que ya siempre estará conmigo. Como cuando te acuerdas del olor de algún sitio de la infancia. No sé porqué pero por mucho que pase el tiempo, el olor está ahí, bien definido, guardado, y es leal. Sabes que ya nunca te abandonará. Siempre que te acuerdes de él, ahí estará para tí. Como un buen perro. Lo mismo pasa con ciertas sensaciones, ciertas percepciones. Ésta en particular, ya lo he dicho, me gusta mucho. Me gusta mucho recordarla y saber que siempre que quiera saborearla, lo podré hacer. Es una seguridad absoluta. En cambio hay cosas que me agradaría poder recordar, pero no puedo. No me acuerdo de su voz. Ni de casi su olor. Ni de su presencia. ¿Porqué me acuerdo del olor de la madera del carro de los Suárez, y del nombre del caballo incluso, cuando nos llevaban a la escuela, algo que pasó pocas veces y hace más de sesenta años, y no de mi padre, con el que conviví casi treinta? Es algo que me gustaría poder tener guardado por ahí, pero a su vez estoy completamente segura de que es ingestionable. Eso se fue perdiendo -acaso por abuso- poco a poco. Un día te das cuenta de que ya no te acuerdas de su voz. Ni de si le gustaba más el melón o la sandía. Ni de cómo te miraba cuando le despertabas indulgencia. Aquellos ojos...

--Disculpe, señora Guadalupe, ha llegado un señor que pregunta por usted. Dice que es un familiar pero que le quiere dar una sorpresa. Le hago pasar, ¿no?-- le preguntó Maribel, con algo de emoción en la voz.
Ella, como de costumbre, no contestó a la primera.
--Señora Guadalupe, que digo que tiene una visita. Le hago pasar, ¿vale?
La enfermera, al ver que no iba a obtener respuesta y que ésta parecía obvia, decidió ir a buscar a aquel hombre.
Medía unos dos metros y era delgado, como una espada. Tenía el pelo ya plateado, algo largo, y una barba pobre que parecía no demasiado cuidada, pero que le sentaba bien. Su cara era amable, templada, aunque estaba llena de arrugas. Arrugas como surcos en la tierra, poderosas. Arrugas viejas. Muy viejas. La nariz no era ni mucho menos grande, más bien parecía la de una adolescente. Y los ojos estaban tan hundidos que no se apreciaba bien el color del iris. Los podría tener violetas.
Iba vestido con traje verde oscuro, tirando a oliva, sin corbata. Con sombrero a juego. Todo muy gastado, pero limpio. Parecía ir muy cómodo, y además se movía con mucha soltura. Como un gran gato.
La enfermera pensó que sería un hermano o un primo. Aunque a ella no le constaban más familiares que sus dos hijas y su nieto, Juanito.

--Señor, le ruego que sea paciente con ella ¿Tiene usted experiencia con enfermos de Alzheimer? Es muy probable que ni le reconozca ¿Es usted un primo de ella quizás, o... ?
--Sí, algo así. Y sí, tengo experiencia. No se preocupe. Gracias, señorita. Me gustaría mucho estar con ella un momento a solas, si es posible.
--Sí, claro, por supuesto, faltaba más. Estoy fuera si necesitan algo-- contestó Maribel mientras salía, un tanto incómoda por dejar a la señora Guadalupe sola con un extraño. Su presencia era turbadora, desde luego, aunque no podría haber dicho porqué. Su voz era grave, como un pozo lejano que guarda con celo el agua más pura y humilde. Pero a la vez le vio inofensivo. Rezumaba paz ¿Qué podía hacerle un hombre tan mayor a una enferma de Alzheimer de setenta años?

--Guada. Hola ¿Sabes quién soy?
--Claro-- dijo ella, al cabo de unos segundos, mirándole sus ojos violetas.
--Bien.
Se estuvieron mirando un rato, sonriendo, con sus manos entrelazadas.
Recordando.


Me gusta. Me gusta mucho. Es una sensación que ya siempre estará conmigo. Como cuando te acuerdas del olor de algún sitio de la infancia.



Christian.

4 comentarios:

  1. Bueno ... te has hecho esperar, bandido. Pero ha merecido la pena. PRECIOSO.

    Gracias por tu amable comment en el masques ... eres un sol.

    Muá

    ResponderEliminar
  2. Gracias, cuerpaso. Ahora empiezo a entender mejor este texto, lo q pasa en realidad (bueno, en mi realidad, claro). Supongo q la peña lo interpreta de diferentes formas. No sé si vale la pena explicarlo...
    Mejor no.

    ResponderEliminar
  3. Muy bonito!
    No, no expliques nada...que cada uno deje volar su mente. A mi, me ha evocado el olor a chocolate de los desayunos del internado de Sant Cugat. Ya hace más de cuarenta años...

    ResponderEliminar
  4. Pues lo voy a hacer, lo siento:
    Guadalupe, aún sana de su memoria, recuerda sus recuerdos y sus no-recuerdos, anhelados.
    Pasan los años y ya enferma de Alzheimer recibe la visita de alguien...

    ResponderEliminar