Desde este húmedo zulo os escribo...
Allí, desde donde otrora partieran las naves, las naves se quemaron.
Donde la cambiante Luz Hermosa de los Dos Soles solía acunar a los altos árboles.
Allí, durante milenios sagrados hogar del Leopardo Blanco, rey verdugo de grandes reyes;
Primera Casa de los descendientes de los ángeles, fundada la piedra sobre la tierra: la Tierra, la siempre bien perfumada, la de tallos nuevos rociados. La de huellas de antílope y praderas de flores borgoñas. La de los Desierto-Oasis, la de la Ciudad de las Águilas. La de las Montañas de Nieve Azul.
Nuestra madre patria.
Allí...
Agonizaba.
Los viejos ya no envidiaban a los jóvenes, príncipes de un destino aciago, y acaso les sonreían al pasar. Recuerdo aquellos paseos de Antes, repletos de música y de las risas de los niños. Ahora el camino estaba seco y los vestidos de las mujeres y los hombres eran de color gris oscuro y sucio, como los días. Ya nos habíamos olvidado del sonido de los saltos de los peces en los lagos y del canto de las aves en el patio. Ahora ya no quedaba nada. Sólo algunos recuerdos, grietas viejas que se retorcían como una raíz poderosa y herida de muerte.
Está escrito que en el siguiente Ciclo Mayor el Segundo Sol, nuestra amable Estrella de Plata, también se hundiría bajo las aguas del mar, muerto. Y caería la Segunda Oscuridad, la de los 7.700 ciclos. Y ya apenas quedaba tiempo.
Pero uno de nosotros,
aquella vestida de limpio y claro verde,
aquella de los largos cabellos negros,
aquella llamada Aldebarán;
marchó en pos del Segundo Sol, a bordo de la última galeta. Y nos pedía ayuda. Una niña de seis años nos gritaba desde el puerto que necesitaba salvarnos, y que no podía partir sola.
La gente como mucho giraba la cabeza, mostrando sus ojos amarillos y marchitos, ciegos de esperanza. Y cerraba las puertas de las casas que daban a la plaza solitaria.
Caía la Última Lágrima del Gran Ocaso.
Y yo partí con ella.
(*) El nombre Aldebarán proviene del árabe الدبران, al-dabarān, cuyo significado es «la que sigue», en referencia a que esta estrella sigue al cúmulo de las Pléyades en su recorrido nocturno a través del cielo
Christian
lunes, 28 de diciembre de 2009
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