Hola

Bienvenidos al sitio que ha de azuzar mi pluma.
Gracias por participar.

lunes, 28 de diciembre de 2009

Aldebarán

Desde este húmedo zulo os escribo...

Allí, desde donde otrora partieran las naves, las naves se quemaron.
Donde la cambiante Luz Hermosa de los Dos Soles solía acunar a los altos árboles.
Allí, durante milenios sagrados hogar del Leopardo Blanco, rey verdugo de grandes reyes;
Primera Casa de los descendientes de los ángeles, fundada la piedra sobre la tierra: la Tierra, la siempre bien perfumada, la de tallos nuevos rociados. La de huellas de antílope y praderas de flores borgoñas. La de los Desierto-Oasis, la de la Ciudad de las Águilas. La de las Montañas de Nieve Azul.
Nuestra madre patria.
Allí...
Agonizaba.

Los viejos ya no envidiaban a los jóvenes, príncipes de un destino aciago, y acaso les sonreían al pasar. Recuerdo aquellos paseos de Antes, repletos de música y de las risas de los niños. Ahora el camino estaba seco y los vestidos de las mujeres y los hombres eran de color gris oscuro y sucio, como los días. Ya nos habíamos olvidado del sonido de los saltos de los peces en los lagos y del canto de las aves en el patio. Ahora ya no quedaba nada. Sólo algunos recuerdos, grietas viejas que se retorcían como una raíz poderosa y herida de muerte.

Está escrito que en el siguiente Ciclo Mayor el Segundo Sol, nuestra amable Estrella de Plata, también se hundiría bajo las aguas del mar, muerto. Y caería la Segunda Oscuridad, la de los 7.700 ciclos. Y ya apenas quedaba tiempo.

Pero uno de nosotros,
aquella vestida de limpio y claro verde,
aquella de los largos cabellos negros,
aquella llamada Aldebarán;
marchó en pos del Segundo Sol, a bordo de la última galeta. Y nos pedía ayuda. Una niña de seis años nos gritaba desde el puerto que necesitaba salvarnos, y que no podía partir sola.
La gente como mucho giraba la cabeza, mostrando sus ojos amarillos y marchitos, ciegos de esperanza. Y cerraba las puertas de las casas que daban a la plaza solitaria.
Caía la Última Lágrima del Gran Ocaso.
Y yo partí con ella.



(*) El nombre Aldebarán proviene del árabe الدبران, al-dabarān, cuyo significado es «la que sigue», en referencia a que esta estrella sigue al cúmulo de las Pléyades en su recorrido nocturno a través del cielo

Christian