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viernes, 23 de noviembre de 2012

Anhelo


No era ansiedad. No. Esa palabra tiene regusto a limón amargo y a recuerdos oscuros y puntiagudos que luchan por salir a la luz rasgándole a uno las entrañas. Y esto desde luego estaba lejos de todo sufrimiento. Si acaso se acercaba al celo animal, a una necesidad imperiosa, aunque en este caso consciente, incluso valiente. Y todo eso latía mucho más allá del deseo. No, tampoco era llano deseo. Era el anhelo lo que mejor describía aquella sensación que lo invadió aquellos días de verano.


Cuando se despertaba por las noches no lograba conciliar de nuevo el sueño con la habitual rapidez. De repente, le venía todo. "Es jueves por la noche, mañana trabajo y... ¡Ah! Ahí está". Una sonrisa de niño de mañana navideña aparecía en su rostro sin ojos. Y se dormía de nuevo tras saborearse a sí mismo.

¿Es más placentero el regusto del anhelo o el disfrute de lo que hemos conseguido por él? Sin duda, al menos eso pensaba él, era lo primero. Pero ni los más sabios se ponen de acuerdo en eso, como se suele decir. Y acaso será verdad que la verdad de eso descansa en lugares indómitos para la comprensión humana. En su caso, él sabía que si abusaba de lo segundo, se acabaría lo primero. Y sin lo primero no había segundo. Ni nada más. Sólo pasado. Migajas de un banquete que se debía de comer aquí y ahora. Tenía al presente agarrado por los mismísimos cojones del tiempo.

Aquellos días bien podrían habernos invadido seres de otros planetas o secarse el mar entero. Ni se habría enterado. Habría recibido la información, en el trabajo o comprando esos cereales que tanto le gustaban, pero no se hubiese enterado. Casualmente en el trabajo las cosas iban mejor que nunca, y no sólo para él, que vivía en una nube de azúcar rosa, sino para sus compañeros y su maldito jefe. Hacía días que no se dirigía a él, y aquello, todos lo sabían, significaba que todo iba bien. O, como decía aquel animal: "Si nada va mal, vamos bien. No news, good news". Perdía toda autoridad el hecho de que su pronunciación del inglés no era sólo pésima sino que además a él le pasaba desapercibida. El anhelo le dotaba además de inmunidad contra los imbéciles. Él no se daba cuenta, pero sí los de su entorno. Le miraban con infantil admiración.

A medida que pasaba el día su anhelo crecía y crecía. ¿Cómo lo haría esta noche? ¿Cuándo? ¿Nada más llegar a casa? No, mejor después de cenar. Hoy se haría ese solomillo que compró ayer, además aún le quedaban pimientos de padrón. Hmm... Ya se relamía. ¿O ya de camino un primer bocado entre los imbéciles coches de esta ciudad de mierda? ¡Ja ja! Sí, podría hacer eso, vaya que lo podía hacer. Ahora sonreía cuando recordaba el momento en el que probó ese primer bocado sublime. Fue sólo un aroma, una promesa, una roca bruta y dura dispuesta a desnudarse frente a la solemnidad de su cincel. Ahora ya era mía, decía su mirada.

Era el tercer día tras haber descubierto aquella fruta que donaba vida. Y llegaba la noche. Salivaba cual macho cabrío. Hoy lo haría de nuevo. Nada podría impedírselo. De hecho, ya podía escuchar aquellas primeras notas. La memoria aún no la tenía bien registrada y así debía de continuar, no podía matar la gallina de los huevos de oro. No. Ojalá llegara muy tarde aquel matador registro mental. Ojalá durara para siempre aquel anhelo de las sensaciones provocadas y no la memorizara nunca de tanto escucharla. No podía abusar. Debía rozar la música, incluso pretender evitarla, escucharla de reojo. Como si no fuera con él. ¿Llegaría algún día a hartarse, a perderla? Le quedaban unos pocos días para tener que tomar una decisión al respecto, si no ya sería demasiado tarde. Pero de momento, hoy, esa noche, el peligro no era inminente. Su anhelo sobreviviría a mañana. Seguro. ¿Quién sabe? Quizás, incluso, sería aún mayor que el de hoy. Quizás hoy descubriría recovecos nuevos, aromas aún extraños, abismos hasta ahora ocultos. ¡Sí! ¡Lo haría nada más llegar a casa! Al cuerno con el solomillo. ¿Cómo podía manchar la grandiosidad del placer de aquella cosa innombrable con la pueril y ordinaria necesidad del hambre? ¿Cómo osaba él...?

Intentó centrarse en lo que le quedaba por hacer en la oficina. Un par de llamadas, un presupuesto (copiaría el de la semana pasada), no tenía correo nuevo... Bien. Calma. Control. Respiración. Pero no se iba. Ahí estaba, como un olor. Tenía que aprender a convivir con ello. Si no, no sólo lo echaría todo a perder sino que además se volvería loco. Debía usar su experiencia. No era la primera vez. Ni -eso esperaba- sería la última. Seguro que quedaban muchas otras por descubrir y disfrutar. Sí. Y cada vez sabría llevarlo mejor. El anhelo. El delicioso pero incontrolable anhelo. El tiempo mitigaría lo último. Ojalá nunca curara lo primero.

Al fin, nada más cerrar la puerta de su casa, sudoroso y feliz, se entregó a escucharla otra vez. No sería la última. Pero seguro que, como siempre, sería única.










Christian.

9 comentarios:

  1. Gut geschrieben Alter.....ich dachte erst bumserei und dann tuten...aber war musik...nachher hoer ich mir es auch mal an
    URS

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  2. Mientras lo leía, no pensaba en adagios, precisamente. Pero tengo una mente sucia, ya lo sabes ;-). En todo caso, estoy de acuerdo en que el anhelo da alegría, vida, energía ... nunca perdamos las ganas de disfrutar -con lo que sea- porque esta vida solamente es una. Y hay muchas cosas que sentir.

    Ahora va la bronca: no entiendo que, con lo recojonudísimamente que escribes, no lo hagas más, peasso de vago.

    Que no vuelva a suceder ;-)

    BESOTE

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    Respuestas
    1. Jo, gracias, tú q me quieres bien, pero no sé cómo "producir" más, será q no lo tengo en mis prioridades, además no es pa tanto.

      Por cierto, alquien se ha escuchado ese peazo de tema de Ravel? :P

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  3. Vaya pedazo de texto, la verdad es que me doy cuenta por primera vez. Tiene toda la razón Salamandra, a partir de ahora vas a escribir TU la crónica hijo mio... Perdonadme!!!
    Oye en serio que guay, la prioridad es la que tu te pones en cada momento.

    Olé y gracias!
    Sasha.

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  4. ahh por cierto estoy trabajando con planeta asi que escribe a gusto y vas a ver.

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